AUMENTAR LA PRODUCTIVIDAD SIN DISMINUIR EL VALOR
Algunas veces nos ha sucedido que
algún conocido nos plantea las dificultades que atraviesa su empresa, y cuando
le hemos comentado las ventajas que le supondría la implantación de la
metodología Lean Management, nos ha respondido: “Lean, …, sí, me parece que yo
ya tengo eso…”. ¿Le parece? ¿Es que no
sabe cuál es su forma de trabajo? Pues si solo se lo parece, no sé qué es lo
que tiene implantado, pero, desde luego, no es Lean.
La forma de trabajo de las
empresas o instituciones que siguen la metodología Lean es tan eficiente y
agradable que no deja lugar a dudas. Además, su implantación a buen seguro ha
supuesto un cambio tan grande en los resultados de la empresa, que ha habido un
antes y un después de la implantación, que no pasa desapercibido. Los
trabajadores de tales empresas están motivados, se sienten orgullosos de su
empresa y de su forma de trabajo y lo divulgan como un logro. Es el caso, por
ejemplo, de una empresa de fabricación de muebles, que ha implantado Lean
recientemente. Sus trabajadores sienten como suyos los avances conseguidos con
actuaciones que al principio despertaron sus recelos, como reducir los lotes de
producción a la unidad o encender el túnel de pintura cada vez que haya algo
que pintar, sin esperar hasta completar su capacidad. Lo han vivido y lo han
comprobado. Ahora lo saben y están convencidos y orgullosos, y con razón.
Un consultor informático,
colaborador de nuestro grupo, nos comentaba que en muchas ocasiones, en la reunión
inicial con los responsables de empresas que han contratado sus servicios, se
le describe el funcionamiento la empresa, de una forma bastante idílica,
haciendo referencia frecuentemente a que “trabajan con Lean” o al menos “funcionan just-in-time”. Habitualmente la visita a las instalaciones le
permite poner de manifiesto una realidad bien distinta: acumulaciones de
material y de productos en pasillos, esperas, etc.
Es lógico y muy humano querer dar
una buena imagen de nuestra empresa e, incluso, describirlas o describirnos no
por lo que son o somos, sino por lo que nos gustaría llegar a ser. Pero, si se
piensa que una forma de trabajo es mejor que la actual, ¿por qué no intentar
adoptarla?
La metodología Lean consiste en
algo muy básico, dar al cliente exactamente lo que desea, sin incurrir en
ningún tipo de gasto superfluo. El concepto es tremendamente sencillo, llevarlo
a la práctica requiere convencimiento y dedicación.
No obstante esta simplicidad, en
ocasiones nos parapetamos detrás de incontables siglas que designan a otros
tantos programas indefinidos, para excusarnos del esfuerzo que conllevaría
implantarlo. Se aduce que ya hacemos cosas supuestamente similares a las
realizadas por herramientas de las que Lean puede hacer uso puntualmente o no.
Y así, rizando el rizo, se llega a posiciones paradójicas y, al contrario de lo
que pretendíamos, contrarias a la base del Lean.
Desgraciadamente, muchas son las
empresas que cuentan con una productividad baja. Y este suele ser un hecho
conocido en los niveles directivos de las mismas. Nuestra experiencia nos
indica, que la baja productividad se debe principalmente a una mala
planificación. Por el contrario, se suele justificar en un bajo rendimiento de
los trabajadores y en la conflictividad social que implicaría intentar
mejorarla, y se intentan cambiar los resultados de formas descabelladas, aunque
camufladas con nombres políticamente correctos, como “la implicación del cliente en los procesos”, por citar un
caso. Algunas empresas de limpieza, con ratios de productividad en España
inferiores a la mitad de los europeos, han recurrido a ofrecer los precios que
sus clientes esperaban realizando el servicio a partir de las 6h, para no tener
que pagar plus de nocturnidad, o utilizando una papelera por cada cierto número
de trabajadores y otras medidas similares. Y aún piensan que siguen los
esquemas Lean Management.
No son conscientes de que lo que
han hecho es reducir el valor del servicio que prestan. El cliente, cuando
llega a sus instalaciones, se las encuentra sucias o en periodo de limpieza,
con las consiguientes molestias para todos, incluido el personal de limpieza
que necesariamente verá entorpecida su labor, tardará más y será menos
productivo. Durante el día, los clientes
tendrán que levantarse y realizar movimientos innecesarios para tirar la basura
hasta el punto en el que la empresa concesionaria ha tenido a bien colocar la
papelera. Esto es, la empresa de limpieza baja el valor de su servicio y transfiere
parte de sus despilfarros al cliente.
El día que una empresa de
limpieza, por seguir con el ejemplo, optimice su productividad y mantenga o
incluso baje los precios sin menoscabo del valor del servicio que presta ¿a
quién se contratará?