Nueva revisión de la norma ISO 9001
Trascendencia y repercusión de los
cambios (ISO 9001:2015)
El anuncio de la próxima aprobación de la
nueva norma ISO 9001:2015 está creando mucha expectación en numerosos ámbitos.
Este efecto se ve amplificado por el hecho de que se espera que incorpore
cambios de calado. Si bien el borrador está en fase de revisión y puede, por
tanto, sufrir modificaciones, su análisis permite prever la naturaleza de
dichos cambios.
A grandes rasgos, se puede considerar
que las novedades principales son:
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Se deberá prestar más atención a la definición y
detalle de los procesos, al orden en que se realizan, a la interacción entre
los mismos y a los elementos que requieren.
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Se ofrece una mayor flexibilidad en cuanto a la
extensión de la documentación asociada al sistema de calidad. Se permitirá que
cada organización o empresa determine la que es necesaria para que el sistema
sea efectivo, en función de, por ejemplo, su tamaño, su tipo de actividad, la
complejidad de sus procesos y la cualificación de las personas.
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Se deberá incluir un análisis de riesgos de
calidad, aspecto que sustituye a las acciones preventivas de ediciones
anteriores de la norma.
¿Cuál
puede ser la repercusión real en las empresas de tales modificaciones de la
norma?
La
experiencia nos dicta una única respuesta: la que se quiera. Esto es, se podrá
optar por introducir modificaciones meramente formales que permitan dar
respuesta a tales requisitos. Estas irían poco más allá de introducir algunos
cambios terminológicos, de incorporar algún diagrama de flujo más o pormenorizar
más alguno de los diagramas ya existentes. Esta vía necesitará una dedicación
mínima y, a efectos prácticos, dejará el sistema de calidad y a la empresa en
su conjunto en el mismo estado en que se encontrara antes de la modificación de
la norma.
La otra
opción es introducir las modificaciones que dicta la norma, aprovechando todo
el potencial que ofrecen, y completarlas con otras para convertir el sistema de
gestión de la calidad en una herramienta para mejorar la productividad de la
empresa. Solo se requiere un cambio de enfoque y de objetivos. Se deja de perseguir
la certificación como único fin, para buscar la máxima rentabilidad, y en ese
camino conseguir, además, la certificación. Es posible y fácil.
Centrándonos
solo en los nuevos requisitos normativos, estos sugieren algunas acciones de
mejora:
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La necesidad de realizar un análisis de riesgos
de calidad nos ofrece la posibilidad de introducir pautas que aseguren la
calidad a la primera, es decir, sistemas que evitan el fallo y por lo tanto nos
permiten reducir costes por defectos (reparación, sustitución, repetición,
eliminación, materia prima, mano de obra,...) y por actividades de control.
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La atención al enfoque a procesos es una excusa estupenda
para estudiar esos procesos en profundidad, dividiéndolos en operaciones y
actividades y clasificar éstas según aporten o no valor al producto. Todas las
actividades que no añaden valor, puesto que el cliente no está dispuesto a
pagarlas, deben ser eliminadas, simplificando el proceso y reduciendo tiempos
de entrega y costes de mano de obra, entre otros.
Todo el
sistema de calidad puede reestructurarse en este sentido, y la flexibilidad que
se permitirá en la extensión de la documentación lo favorece. Desde luego, esta
línea de actuación requiere más dedicación, pero permitirá mejorar el balance
coste – beneficio. ¿Quiere desaprovechar esta oportunidad?