Normalmente, los conceptos
eficiencia, sencillez y claridad suelen ir de la mano.
El objetivo de la implantación de
la metodología Lean Management en una empresa es conseguir la máxima eficiencia
en la misma, mediante la eliminación de despilfarros de todo tipo. Para
alcanzar este fin, la forma de trabajo en la empresa se basará en la calidad
(asegurando que se previenen los fallos sin necesidad de controles finales), la
flexibilidad (para adaptar la empresa a los cambios de la demanda) y en la
sencillez (mediante procedimientos claros y sistemas de organización tan simples
que permitan la gestión visual).
Paradójicamente, muchos “consultores
lean” proponen unos servicios de implantación que se contraponen a tales
fundamentos.
Es muy frecuente que el sistema
de gestión Lean se asocie, de forma innegociable, y esto es importante, a una
serie de siglas y términos tales como VSM (Value Stream Mapping), KPI (Key Performance Indicators), TPM (Total Productive Maintenance), OEE (Overall Equipment Effectiveness), SMED (Single-Minute Exchange of Die), entre
otros, y casi siempre sin traducir. Y lo más curioso es que esa vinculación sea
obligatoria, es decir, que se dé a entender que sin ellos es imposible el
sistema Lean.
La
realidad es otra, la implantación de un esquema Lean Management, debe hacerse
necesariamente a medida de cada empresa y para ello no existen recetas
universales. Se debe buscar la mejora de la productividad y la eliminación
total y continua de despilfarros mediante los procedimientos más adecuados en
cada caso. El mapa del flujo del valor (VSM), las técnicas de cambio rápido
(SMED) o el resto de las siglas mencionadas,
son herramientas que pueden resultar útiles en determinadas
circunstancias e inadecuadas en otras, en cuyo caso constituirán un
despilfarro. Desde luego, su uso no es obligado. Sería ilógico pretender
implantar Lean Management con un sistema rígido, complejo y oscuro que
contradice sus principios.
Por
el contrario, Lean Management es algo muy sencillo: trabajar para ofrecer al
cliente lo que precisa, en la cantidad y momento que lo solicita, sin incurrir
en actividades innecesarias de ningún tipo. Sin embargo, esta sencillez no debe
inducirnos a error, que sea simple no quiere decir que pueda hacerlo
cualquiera.
Cristiano
Ronaldo se lleva el balón por velocidad y remata o da pase de gol, salta más
que los contrarios para rematar de cabeza y no desaprovecha las jugadas a
balón parado. El suyo es un juego vertical enfocado siempre al gol, sin toques
innecesarios. Parece y es muy sencillo, sin embargo, no todos son capaces de
hacer lo mismo: hace falta mucho, muchísimo, entrenamiento, para adquirir su
fortaleza física y dominar como él la técnica; una vez conseguido esto, sí es
sencillo.
Para
trabajar con Lean se debe hacer lo mismo: invertir esfuerzo para entender sus
fundamentos y cambiar de mentalidad, para asimilar que todo aquello que el
cliente no valora debería eliminarse y trabajar incansablemente en la detección
y eliminación de despilfarros y agilizando las estructuras para ser muy
flexibles. Todo lo demás (KPI’s, OEE’s, …) es secundario y puede llegar a ser
superfluo.
Se
puede ser como Cristiano Ronaldo y tener siempre el gol (el producto que el
cliente desea y paga) como objetivo o perderse en “toques” y “KPI’s”.