Kanban: una anécdota personal
Mercedes García Durán. Ingeniero Industrial.
Responsable de Grupo de Investigación de la Universidad de Sevilla
Dpto.
de Ingeniería Mecánica y de los Materiales. Escuela Superior de Ingenieros.
efical@eficalingenieria.es
Según un dicho
frecuente, la ignorancia es muy osada, y se podría añadir que la juventud
le suele añadir prepotencia. En esas
circunstancias nos encontrábamos algunos compañeros de estudios, cuando, en un
tiempo ya bastante lejano, un esforzado profesor de Organización de la
Producción nos explicó kanban a los alumnos de 4º curso de ingeniería
industrial. Tras plantearnos el sistema, nos propuso un caso práctico para
simular el funcionamiento y nos dejó reflexionar. En breves minutos todos
exclamamos casi al unísono: “¡esto no funciona!” y nos sorprendió mucho
observar que nuestro profesor comenzaba a reírse soterradamente, pero con
intensidad. E incluso, las malas lenguas difundieron el rumor, nunca
comprobado, de que llegó a murmurar: “pobrecillos, ¡qué torpecitos son!”. No
nos lo explicó de forma inmediata, si no que nos dejó algunos días cociendo en
el caldo de nuestra inquietud, intervalo en el cual, poco a poco, comenzamos a ver la luz. Sospecho que
nuestro profesor revivía esta experiencia prácticamente todos los años.
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El método kanban suele despertar
incredulidad y recelos, y quizá por ello mantiene un cierto halo de misterio y
a día de hoy sigue siendo una de las entradas más solicitadas en todo tipo de
consultas en red, cuando, en realidad, no es tan complejo. Es posible que
sigamos aferrados a nuestros planteamientos actuales y no estemos dispuestos a
“abrir la mente” y asumir un cambio a nivel tan profundo en nuestro
pensamiento.
Es curioso que en muchas
ocasiones pretendamos aplicar métodos para mejorar la productividad y
eficiencia de nuestras empresas, pero seamos reacios a adoptar nuevos métodos
de trabajo porque, en el fondo, sigamos pensando que nuestra forma de trabajar
es la más adecuada.
Si seguimos actuando igual,
seguiremos obteniendo los mismos resultados (recordemos la definición de locura
de Einstein). Así pues, parece conveniente reflexionar acerca de qué debemos
cambiar y cómo.